Ana Rodríguez Quetglas

Ana Rodríguez Quetglas

  • Háblanos sobre ti. Como escritora, escribes relatos, artículos de investigación filosófica pero también jurídicos. ¿De dónde viene ese interés?

Me licencié en Derecho en la Universidad y muy pronto me di cuenta de que mis asignaturas favoritas eran las que tenían relación con la filosofía. Me parece fascinante indagar sobre las causas de las cosas, ponerlo todo en duda. Pero, junto con ese afán de conocer el mundo, a veces se necesita huir de él, porque no siempre resulta un lugar agradable. Ahí es donde la literatura juega su papel. Resulta contradictorio y paradójico. Por una parte queremos conocer la realidad y por otra necesitamos con frecuencia ignorarla o transformarla en nuestra mente.

  • ¿Qué te inspiró a escribir un artículo sobre E.T.A. Hoffmann?

Este año se cumple el bicentenario de la muerte de Hoffmann y sentía que le debía un homenaje simbólico. Es un autor que ha sido maestro de maestros y resulta un poco triste que no sea más recordado y valorado. Creó un mundo propio, inconfundible, fruto de una fantasía inagotable, que inspiró a autores como Poe o Dostoievski. El ser humano necesita su dosis de fantasía para poder sobrevivir, y Hoffmann lo comprendía muy bien, como comprendía el riesgo de perderse en ese mundo. Toda la vida le persiguió el miedo a volverse loco. Para él, resultaba difícil mantener el equilibrio entre lo real y lo ideal, se hallaba continuamente en la zona gris que separa al ciudadano decente, sensato y sin imaginación del individuo genial, con talento para el arte pero autodestructivo y enajenado.

  • “La borrosa frontera entre lo real y lo irreal tiene entre sus efectos la misma borrosa distinción entre lo vivo y lo inerte”. ¿A qué te referías?

Para poder vivir necesitamos contar con certezas. De que existimos, de que lo que vemos es real, de que dos y dos son cuatro… Cuando el individuo pierde el punto de anclaje con la realidad empieza a dudar de todo, de las verdades que hasta entonces le habían parecido incuestionables, y, entre ellas, de lo que está vivo y de lo que no. Es la hipótesis del “genio maligno” de Descartes, que ha dado pie a tantas historias y películas. ¿Es la vida un sueño? ¿Tenemos una existencia, vida y libertad propias o somos productos de la mente de un ser superior? Relacionado con todo esto nos encontramos con el tema, tan actual, de la inteligencia artificial y de los robots, que Hoffmann ya anticipó a través de sus autómatas.

  • ¿Quién es tu escritor favorito? ¿Por qué?

Mi escritor favorito es, indudablemente, Hoffmann, pero siento también pasión por el lóbrego mundo gótico de Edgar Allan Poe. En sus relatos existe una atmósfera única que no hallamos en ningún otro autor. Poe adaptó los temas favoritos del romanticismo alemán, del mismo Hoffmann, a su peculiar mundo interior, con el espectacular resultado que le ha convertido en uno de los mejores escritores de todos los tiempos.

  • ¿Cuál es tu género favorito? ¿Qué te atrapa de ese género?

Mi género favorito es el de terror, concretamente el terror gótico. En él subyace la pasión por la muerte, a veces odiada, otras deseada, y a pesar de ello siempre temida. La muerte es el principal problema de la vida. Cualquier problema que nos preocupe, por grave que sea, pierde toda importancia cuando nos hacemos realmente conscientes de que somos un minúsculo punto en el tiempo y en el espacio. Y en el género de terror subyace esa idea del miedo a lo desconocido y de la futilidad última de nuestros actos.

Ana Rodríguez Quetglas (Palma de Mallorca, España, 1973) es técnico superior de la Administración Pública, especializada en asesoría jurídica. Es Licenciada en Derecho y en Ciencias Políticas y maestra en Derecho Animal y Sociedad (Universidad Autónoma de Barcelona) y en Filosofía Teórica y Práctica (Universidad Nacional de Educación a Distancia- UNED). Escribe artículos de investigación filosófica y jurídica, así como relatos y microrrelatos de terror, habiendo sido publicados varios de ellos. Actualmente está cursando el Doctorado en Filosofía por la UNED.