Paul Pelaez

Paul Pelaez

Tu relato “Ojos de agua” es una historia trágica, melancólica, fantástica. ¿El dolor es una forma de ocultarse en el horror?

Puede ser. Cuando no logramos superar emociones que suelen ser consecuencias de vivencias terribles y dolorosas, es posible que así sea. La idea es que seamos un poco más como el narrador y menos como Andrés. Por supuesto, es muy fácil decirlo.

¿De dónde viene la inspiración del relato?

Lo primero que me vino a la cabeza fue la imagen de alguien que ahogaba a la gente con sus ojos. Esa idea me sedujo de inmediato. Sin embargo, me tomó dos o tres semanas darle forma. No me senté a escribirlo hasta que tuve claro el final. Una vez finalizado, para mí fue una experiencia sorprendente el darme cuenta de todos los elementos que conforman el cuento.
Por ejemplo, ese barrio que esbozo en el texto es el barrio de Manicomio, al oeste de Caracas, ahí nací y viví hasta los 11 años. Para mí, ese barrio es todos los barrios. Es como el pueblo donde vive mi familia materna, Mesa de Cavacas en Portuguesa. Ese, para mí, es todos los pueblos. Pero lo que quiero decir es que para mí no son desconocidas las situaciones que puedan vivirse en un lugar como Manicomio. Tengo mucha tela que cortar sobre eso, espero plasmarlo en textos futuros.

Después tenemos la idea de la pérdida que es algo muy cotidiano, muy de todos los días. Todos somos susceptibles a ello. Recuerdo el gran impacto que me causó la muerte de mi tía Magdalena. Yo tenía 16 años. No podía creer que eso nos estuviera pasando a nosotros, a la familia. Fue un evento inesperado y creo que en ese momento a todos nos costó asimilarlo.

Luego tenemos la idea del dolor, pero no un dolor cualquiera si no un dolor que te arropa, que te hunde en una profundidad tan oscura y densa que termina asfixiándote. A esto lo sigue la idea del castigo. Algo muy humano y abordado suficientemente por las mitologías y las religiones. Yo, ser todo poderoso, te castigo a ti, pecador, por tus faltas. Sumado a esto, agregamos la idea del castigo por ahogamiento lo que de manera inapelable nos lleva a la historia del diluvio universal. Por supuesto, esto no es solo parte de mi imaginario por pertenecer a la sociedad occidental. Se debe también a mi crianza profundamente católica. En otras palabras, nada de esto es ajeno a mi imaginario y de manera consciente o inconsciente logra plasmarse en los textos que escribo.

Cuéntanos sobre ti como escritor. Tu inspiración y tus motivaciones.

Bueno comencé a tomar en serio la escritura en 2015. Hice un taller dictado por Heberto Gamero en el Icrea, en Caracas. No me detuve con los talleres y realicé muchos otros. Los de mayor influencia sin duda fueron los de Fedosy Santaella y Roberto Echeto a quienes considero muy buenos escritores y guías literarios invaluables.
Sobre la inspiración, no lo sé. Creo que me sucede como a cualquiera. Una imagen, una idea, una premisa, un objeto, un paisaje, algo que veo en televisión o que leo o que escucho en una canción o lo que dice la gente cuando voy por la calle. La inspiración está en todos lados, en todas las cosas.

Ahora bien, mi propuesta estética si es algo mucho más razonada. Para mí lo más importante, es la búsqueda de diversas texturas en mis textos que coadyuven a generar diferentes sensaciones en los lectores. Por ejemplo, podemos mencionar “El Llano en Llamas” de Rulfo o “Cuentos de amor, de locura y muerte” de Quiroga, cualquiera de los libros de Carver o Hemingway, incluso los 12 cuentos peregrinos de García Márquez, todos son libros excepcionales que gozan de un prestigio porque sus autores se consolidaron como cuentistas con esos textos. Sin embargo, a pesar de que reconozco la maestría de cada uno de ellos y que además los leo con cierta frecuencia, esos libros suelen tener textos bajo un corte más o menos fijo, poco variable. Para mí los géneros, las estructuras, el ritmo, el vocabulario, el idioma son herramientas necesarias en la búsqueda de esos relieves. Claro está, son los lectores quienes deciden finalmente si he conseguido lo que me he propuesto o no. En todo caso, la búsqueda vale por sí misma.

Escribiste un libro que se llama “Las diversas formas de lo falso”. ¿De qué se trata?

Bueno, prácticamente acaba de ser publicado. El lanzamiento lo hicimos el 20 de abril de este año. Es un libro de cuentos que se maneja entre lo absurdo y lo fantástico principalmente. Algunos son textos de carácter realista, pero incluso en esos textos hay la impresión de que algún hecho fantástico está por ocurrir en cualquier momento. Las temáticas del libro son diversas. El sacrificio, la muerte, la relación Padres-hijo son algunas de ellas. Sin embargo, como ya lo he comentado, la principal característica del libro es el abordaje de los textos a través de varias estructuras y formas (texturas, relieves) tratando de que cualquier lector, sin importar su preferencia, pueda conseguir lo que busca en ese libro. Para explicar mejor esta búsqueda de sensaciones voy a permitirme comentar un poco sobre uno de los cuentos de mi libro.

Por ejemplo, uno de los cuentos que considero (muy personalmente) donde más me acerqué a lo que buscaba fue el texto de “El toqui Lautaro”. Es un cuento nada claro, muy confuso. Se nos presenta al famoso héroe mapuche Lautaro en su última noche y él, siendo un vidente, sabía que moriría. Entonces una avalancha de imágenes acude a su mente, mientras la niebla de la noche cubre su campamento, entra a su tienda y le arropa los pies. Creo que la construcción de ese cuento se parece mucho a esa niebla. Es un texto construido con algunos de los trozos de la historia total, sin completarla. Es un punto ciego. Para mí lo más importante es que esa falta de claridad (visión nublada) pueda ser percibida por los lectores.

¿Tienes pensado publicar otros libros?

Sí, de hecho acabo de terminar una novela corta. Está en proceso de reposo para después corregirla. Es una novela un tanto existencialista. Es la historia de un caraqueño que se enfrenta a una ciudad que va desapareciendo. El proceso político y sus consecuencias impactan en él y en su propia percepción de su existencia. Por supuesto, esa autopercepción de existencia está marcada por su relación no consigo mismo, como lo planteado en La Náusea por Sartre, sino con su entorno y con las personas que lo rodeaban y que de a poco comienzan a desaparecer. Es todo lo que puedo comentarte por el momento. Espero poder publicarla el año entrante.